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Si usted lector o lectora contempla la Victoria de Samotracia, se quedará extasiado. Es una figura colosal, magnífica que le transmite triunfo y fuerza. Es de una belleza sin igual y millones de personas se desplazan a contemplarla a Louvre de París...
Incluso en el desierto florecen las rosas más bellas. El receptáculo pétreo de la arena acoge el nido de los vientos y en las noches frías quedan cuajadas lentículas que se entrecruzan surgiendo al ritmo del siroco. La luna, refulgente en el cielo, contempla cómo crecen las cristalinas huellas hasta formar esos pétalos de mineral transparente. He ahí conformada la rosa del desierto.
En cada uno de nosotros reside aún el niño que fuimos. Es parte de nuestra historia y es la grabación emocional más fuerte que tenemos en nuestro cerebro.
El otro día, hablando con una amiga, surgió el tema de cómo hay personas que sin esfuerzo alguno lograban éxito profesional o económico. Personas que, dada su cercanía a medios políticos y/o amistades o familiares en algunas posiciones ,ellos también podían acceder de forma fácil a un estatus socioeconómico considerable...
A mi hermano... Estamos en Huelva y Huelva es una ciudad amante del mar. Ciudad de costa que nos recoge en sus amplias puestas de sol... “Huelva lejana y rosa” como decía Juan Ramón. Me llega hablar con los onubenses y comparar el Mar con la vida:. Hablar de las olas que nos arrastran cuando nos vemos inmersos en una mar de emociones, sujetar bien el timón en las turbulencias cuando aparecen malos momentos en nuestra vida , sentirnos a la deriva cuando perdemos el control, ahogarnos cuando nos llega el agua al cuello, ...
A veces nos sentimos tan tristes que pensamos que todo nos pasa a nosotros. A veces, creemos que somos únicos.......y realmente lo somos pero también somos parte de un todo.