Nadie plantea que, al no tener cabeza, o brazos o pies sea fea o le falte algo. Es hermosa en sí misma y se podría estar horas y horas contemplándola.
Así, tal y como la Victoria representa una historia, personas que han vivido traumas también son Dioses alados. También tienen su historia donde perdieron su cabeza y se rompió alguna de sus alas, también quedaron petrificados en la batalla… y en algún momento e incluso creyeron que no tenían o no valían sus manos y sus pies. También quedaron ocultos durante mucho tiempo bajo escombros e incluso vistos como chatarra....
Pero al igual que este famoso icono, llega un momento que alguien los ve, los reconoce, los siente, contemplan sus historias y saben su gran valor. Llega un momento que alguien los trata con muuuucha delicadeza y tratan de reconstruir y limpiar y mimar los trocitos pequeñitos que aún están cerca. La delicadeza, el esmero, la protección, el amor por su historia, la exploración e interés y curiosidad son fundamentales para estas valiosas figuras.
Esto, queridos amigos y queridas amigas, es el proceso terapéutico. La persona que tenemos delante es de gran belleza tal cual es, con sus heridas y con su historia. Representa la Victoria, porque sobrevivió al trauma. Necesita una labor delicada de restauración amorosa y ella en sí misma brillará. El valor intrínseco de su mármol y forma están ya ahí, el restaurador no le pone nada nuevo, sólo la trata con mucho amor y sabiendo que debe ser delicado porque es de un gran valor.
Así pues...allí luce su figura y su esplendor, su fuerza mágica y su historia, así sin cabeza, sin manos ni pies eres hermosa tal cual eres... y vale la pena recorrer miles de kilómetros para verte. Tus roturas y tu historia te hacen única en el mundo… y como tal debes tener un lugar privilegiado, seguro y protegido.
LUCÍA MARTÍNEZ DOMÍNGUEZ. PSICÓLOGA. PSICOTERAPEUTA EXPERTA EN TRAUMA.